La vida eterna...

La crisis de estos tiempos me obliga a hacer malabares para sobrevivir, junto con mi familia. He tenido que volver atrás en el tiempo (solo por decir) a realizar trabajos que -pensé- no habría vuelto a realizar dado la posición que logré mantener hasta mediados del 2011, pero no contaba con la astucia de 'la crisis' que me dejó, de la noche a la mañana, con menos casi un 60% de mi sueldo habitual. Podría hacer un elenco de los trabajos que me vi obligado a realizar, obligado por la necesidad de 'tener una retribución', se entiende. Cuidar ancianos, limpiar habitaciones, chofer de auto, seguidor de desorientados, ayudante de construcción, entre otros. No le tengo temor a los trabajos, pero hacer lo que me gusta y para lo que estoy preparado, definitivamente es otra cosa, pues trabajo 'casi sin trabajar', sin darme cuenta, y hasta con placer. Pienso que esto último es válido para todos, en general. He realizado trabajos y 'trabajos' acá en Roma, quizás en algún momento me anime a narrar los más curiosos, como el señalado: "seguidor de desorientados" donde saqué a relucir mis 'escondidas' dotes detectivescas, un poco a lo Sherlock Holmes. Lo recuerdo y me hace reir, cada vez. Hasta aquí el preámbulo que no tiene nada que ver con el título de esta entrada.
Bueno, el caso es que -repito-, obligado por la crisis, he vuelto a 'limpiar apartamentos'. No es un trabajo que requiera habilidades o dotes de ningún género, cualquiera puede hacerlo. No  es nada curioso que, en tiempos de crisis, inclusive estos trabajos escaseen y, por ello, se tenga que coger lo que se presente. Como decir: "Para un buen hambre no hay pan duro" o "Para un buen hambre no hay mal fiambre".
Lo hago ya desde algunos meses atrás. Todo trabajo después de algún tiempo se vuelve repetitivo y casi monótono. Para escapar a eso, muchas veces pongo "música" (más de 500 canciones) en mi celular y, entre tarareos y algunos pasitos con alguna cumbia o salsa, llevo a cabo el trabajito de marras. De todas maneras termino cansadito, pues no es para menos. Comienzo por las camas: Saco las sábanas usadas, pongo las limpias; hago esto porque sea de las sábanas que saco que de las que pongo se desprende un polvillo, mezcla de restos de detergente y pedacitos casi microscópicos de tejidos que inician a flotar en el ambiente. Luego limpio la cocina, luego el baño y luego paso la aspiradora, y dejo para el último 'el desempolvar'. Para el momento de aspirar, ya casi todo ese 'polvillo' citado líneas arriba ha caído al piso y se puede tener casi la certeza que la casa quedará 'limpia' de polvo y paja.
Los espejos están en todos lados, de acuerdo al gusto de los propietarios, pero con toda seguridad en los baños encontraremos siempre uno. No siempre me fijo en ellos, ni me miro, solo hago mi trabajo y basta, pero hoy ocurrió algo extraño, pues luego de limpiar el espejo... me miré en él y... ¡vi a mi padre!. Vi su sonrisa, el contorno de su boca que se alargaba ligeramente hasta casi mostrarme sus dientes. No era él realmente, pues Julio es ya difunto, ¡era yo mismo! y veía en mí los rasgos de mi padre. Es que, mientras yo viva, también mi padre vivirá; respirará con mis pulmones, mirará el mundo -aún- a través de mis ojos, caminará sobre mis menudos pies que, vuelto en algún momento al suelo patrio, quizás alguna pisada coincidirá con alguna de las huellas que dejó en costa, sierra y selva. Hago estas reflexiones y pienso que en mí -conmigo- no solo vive mi padre sino mis antepasados todos, tanto los de línea paterna como los de línea materna. Mi madre está viva aún, pero sucede, a veces, que veo también los rasgos suyos esculpidos, cincelados por la genética en mi rostro. Ellos todos seguirán 'viviendo' conmigo e irán mucho más allá (no al 'más allá'), al por venir, al futuro,... a la eternidad, pues también yo seguiré viviendo en mis hijos y en los hijos de mis hijos, y en los hijos de aquellos... hasta el infinito.
Tengo casi la certeza que en ese camino hacia el infinito encontraré paraiso, infierno y purgatorio, no seguramente en ese orden, pero no tengo dudas que allí estarán.
¿Será esto la Vida Eterna?.

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