Mi madre y las duras Leyes de Natura

Cuando pensamos que el dìa de mañana nunca llegarà, ya se ha convertido en el ayer. Henry Ford
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Mientras mis manos despedazan el pan para echarlo en la taza de café de mi anciana madre, mi mente recorre, como cuando se retrocede un film para verlo de nuevo, la vida y vivencias de la mujer que me trajo al mundo. La veo muy niña, envuelta en bayetas, con sus cachetes quemados por el frìo y las inclemencias, pastoreando ovejas en las alturas de su Jacas Chico natal. Màs tarde, joven y vigorosa, la veo enfrentando a su destino en la calurosa Tingo marìa y alrededores. Veo eso y màs, pero no hay espacio para abundar en detalles.
La vida de mi madre està repleto de dramas. Muy niña -ella no tiene memoria del hecho-, perdiò a su padre. Perder a papà significò perder el sustento y el significado de una verdadera familia constituìda de padre-madre-hijos. Perder a papà significò sobre todo perder el afecto y la figura representativa de la familia en aquellos tiempos de exacerbado machismo y de sometimiento para las mujeres.
Mi madre me lo dijo en algùn momento, "perder a mi papà significò perder mi verdadero destino".
Años màs tarde ya con familia, muy niño yo, la recuerdo masticando las habas tostadas y embocàndome, mis dientes de leche (si los tenìa ya), no me permitìan aùn masticar el  rico 'rucucho'.
Es este ùltimo recuerdo lo que me incita a escribir este post. El pensar còmo 'gira' el mundo, còmo cambia, se transforma y evoluciona la naturaleza toda, el universo entero; el hecho que mi madre ayer me embocaba y hoy soy yo (casi a embocarla) a retacearle el pan para facilitar la digestiòn a su añoso estòmago. Pero màs que eso, el còmo mi madre de ser el centro del universo, de su universo, ha pasado a ser 'un pequeño asteroide'... casi olvidado. Y todo esto debido a las duras Leyes de Natura que decretan: Nacer, crecer, dar frutos y... morir. Leyes irrevocables, duras, inflexibles, crueles y despiadadas, a las que nadie escapa. Mi madre diò frutos, trajo al mundo 8 hijos. Y sus frutos, como ella, dieron otros frutos: 35 nietos que a su vez han dado 18 bisnietos y 5* tataranietos que se han ido agregando y sometiendo a los efectos de la inexorable Ley.
Formado, casi creado por ella misma con la fuerza de sus manos y el vigor y pujanza de sus mejores años, el universo de mi madre era vasto. Todo giraba en torno a ella. Si bien nosotros sus 8 hijos conformàbamos los cuerpos celestes màs vecinos y de mayor influencia, el cìrculo se expandìa con sus sobrinos (hijos de su hermano que, huérfanos de madre, fueron acogidos en casa nuestra), sus propios hermanos que, con esposa e hijos, frecuentemente bajaban de la sierra a la ciudad y se alojaban con nosotros aùn si el espacio disponible que tenìamos era ya estrecho para nosotros mismos. Posteriormente las nueras y los hijos e hijas de sus hijos (sus adorados nietos y nietas), y no solo. Todo giraba en torno a Mamà Nieto (mamàñeto, como la bautizaran precisamente sus nietos en edad temprana), inclusive el vecindario y pequeños negocios del barrio, en algùn modo, dependìan de ella. Es decir, hasta la economìa del pedazo de ciudad que habitàbamos giraba en torno a mi madre, y era asì porque para dar de comer a tantas bocas y llenar tantas barrigas era necesario 'comprar harto'. El panadero y bodegueros del barrio ofrecìan sus mejores sonrisas cuando la veìan entrar a sus negocios. Y no era para menos, pues en promedio, en casa vivìamos 14 personas. Ese nùmero llegaba a 20 en las ocasiones que se alojaban con nosotros mis tios y primos venidos de la sierra, y todos tenìamos que comer!, y para eso mi madre tenìa que hacer milagros!
La economìa familiar no siempre andò de la mano con las necesidades, muchas veces era menester pedir créditos en las bodegas (pedir fiado). No recuerdo negativa alguna. Al contrario, mi madre era atendida de buen grado, pues pagaba siempre con oportunidad. Y ocurrìa lo mismo en los mercados de la ciudad, en el viejo y el nuevo, donde tenìa caseritos y caseritas por doquier. "Lleve nomàs mamanieto, me paga después...", eran palabras de confianza y respeto que cerraban cada transacciòn.
Qué puedo decir, mi madre tenìa su fama. Y aùn hoy, muchos años después, los rezagos de su 'fama' (si asì se puede llamar), perviven aùn en la memoria de las personas de mayor edad del vecindario, pero son recuerdos que el paso del tiempo y de las generaciones borraràn, màs temprano o màs tarde, en modo definitivo.
NOTA: Este post comencé a escribirlo al regresar de mi ùltima visita a Perù, urgido precisamente por los requerimientos de mi madre, de su anhelo de verme: "...negro, ven a verme pronto, pues si no, es posible que ya no me encuentres", eran sus palabras. Fui para allà y la encontré muy delgada, fràgil y adolorida, producto de su dura lucha con la vida y las adversidades que la misma le puso delante a lo largo de toda su existencia. Estuve con ella dos meses durante los cuales compartimos cama, comida, recuerdos y viajes Huànuco - Lima, Lima - Huànuco y de nuevo Huànuco - Lima. Partì de Lima el ùltimo dìa de Enero, con la promesa de retornar en Diciembre, la dejè lùcida, alegre, un tanto recuperada de sus achaques, pero era yo consciente que sus males podìan agravarse en cualquier momento y precipitar hacia la fatalidad. Y asì ha sucedido.
Mi madre ya no està, su dèbil corazòn dejò de latir por la mañana del 27 de Abril de este 2018, a las 07:45. Mamàñeto se fue y... quién sabe si iré para Diciembre. Pienso en mis adentros: "A qué irìa, a palpar el profundo vacìo que dejò?"
Me consuela el hecho de saberla libre de sus dolores y sufrimientos. QEPD.
(*) El dato no es oficial, podrìan ser màs.


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