Tayta dios y el coronavirus


Respeto a mis congéneres y respeto la fé, el credo, la religiòn que profesa cada quien en el entero mundo. Escribo lo que pienso y siento, porque hay libertad de expresión, y para, ojalá, influir un poco en el pensamiento de otros que, por ocio o temor, no se dan el trabajo de observar, examinar, analizar, discernir y sacar conclusiones por sí mismos. Es lo que sucede en muchos campos, especialmente en el religioso. Lo que escribo son mis reflexiones, no pretendo tener razón ni exijo compartir mis ideas, argumentos o conclusiones. Por ello nadie está obligado a leer lo que sigue. Dicho esto:
Me pregunto si la preocupación de Tayta dios por el problema del virus, será igual o mayor que el de sus ‘creaturas’ sobre la faz del planeta, pero hasta el momento -desde Diciembre 2019 en que el coronavirus saltó al conocimiento del grande público- hasta la fecha en que los contagios han aumentado exponencialmente en todo el mundo, juro que no he visto un solo milagro ni la mínima señal de su intervención. Es más, han desaparecido del mapa los charlatanes y símiles que en la tv hacían ‘sanaciones milagrosas’, presuntamente por obra, gracia e intercesión divina. Hasta el Papa en El Vaticano, se ha percatado que para ‘derrotar’ al coronavirus no puede contar con el Poder Divino, ni suyo ni del Altísimo. Consciente de esto, ha emitido Ordenanza Papal: No misas, no audiencia papal de los miércoles, no reuniones en la Plaza San Pedro por el Angelus, lo que quiere decir que no habrá bendición papal, sin contar otras medidas que conciernen solo y exclusivamente la Ciudad del Vaticano.
Entonces, acaso no conviene preguntarse: Dónde está Tayta dios? Existe? Y si existe, qué espera, por qué no interviene? O, a este punto, quizás no existe? Nos hablan de un Padre celestial..., conociendo la acepción de la palabra padre, considero que aquel celestial no se ocupa de ‘nosotros sus hijos’ y nos deja desprotegidos, a merced de nuestras suertes. Y podría seguir argumentando en propósito.
He vivido como católico, que era la religión de mis padres y ascendientes. Recuerdo haber dicho alguna vez, hasta con orgullo “soy católico, apostólico y peruano...”, hasta entonces no me había cruzado por la mente que el cristianismo nos lo habían impuesto los españoles durante la conquista y colonización a golpe de caballos y arcabuces. En el virreynato echaría raíces y daría frutos.
Fue más tarde, en la universidad, que me asaltaron las dudas sobre la existencia del divino. Eran dudas tenues, como pequeñas nubes blancas que en ningún modo logran eclipsar el sol. Es decir, seguía creyendo, y hasta sentía mi fe fortalecida. Atribuyo este hecho a la coyuntura especial por la que atravesaba mi país, la misma que influía en modo adverso en la vida de muchos peruanos, pero especialmente en la mía: Crisis económica, pérdida de trabajo, dificultades varias que me hacían ‘buscar’ conforto y ayuda en lo divino. En todo momento elevaba mis plegarias solicitando con humildad un milagro, entraba a cada iglesia y rezaba con devoción y me persignaba hasta 3 ó 4 veces para hacer entender al Altísimo que yo estaba con El. Nada.
El vuelco en mi vida se produjo con el atentado a las Torres Gemelas en Setiembre 11 del 2001 y posteriormente con las guerras en Iraq, Afganistán, etc. Leer un poco sobre el poder político y económico de las Iglesias y religiones en el mundo y constatar que no existe la vocación religiosa, la misma que se ha convertido en una profesión como cualquier otra, y entender que cada profesional, lo que busca es bienestar económico, porque con el dinero se puede comprar cada cosa.
-¿Qué cosa es usted? -Ingeniero
-¿Y usted? -Sacerdote.
Este panorama me hizo abrir los ojos y ver otra realidad, diferente. Tengo otros tantos argumentos que sería largo enumerar, pero pensar en los hechos: guerras, hambre, miseria, destrucción de los recursos naturales, el enriquecimiento de unos pocos a costa de la pobreza de muchos…, no me ha parecido razonable que Un Dios que se dice Justo y Misericordioso lo permita. Y pensar que los ricos y potentes se llenen la boca con discursos religiosos…, me ha parecido una tomadura de pelo!
Y por eso...no creo ni en Dios ni en Santos! Lo que no quiere decir que mi creencia se haya apagado, no. Creo sí, pero creo en Mí mismo, creo en mis capacidades y aptitudes, creo tener suficiente Fuerza y Poder dentro de mí para fabricarme milagros!
Y, a estas alturas de mi existencia, puedo decir con convicción que “todos los milagros operados en mi vida, me los he fabricado yo, personalmente”. Si acaso Dios estuvo cerca, no sé cuál de ellos puede haber sido, si acaso aquel católico, ortodoxo, mormón, mahometano? Cualquiera que haya sido, estuvo solo de mirón, en ningún momento recibí una mano, una ayuda o una señal de su Presencia, y aquí termino porque no quiero tocar el tema de los Profetas.

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