Año viejo, año nuevo.


Desde cuando tengo memoria recuerdo el sucederse de las navidades y los años nuevos, y me acuerdo cómo, cuando niño, esperaba con ansias la llegada de estas fechas, y me emocionaban los festejos, aún cuando no participaba en ellos enteramente. No puedo olvidar que mi padre, haciendo un esfuerzo económico casi milagroso, nos compraba a todos sus hijos 'el chachá nuevo' (ropa nueva) que estrenábamos en Navidad y que para Año Nuevo, ya estaban usados; es decir, viejos. La siguiente oportunidad de chachá nuevo eran nuestros cumpleaños. A pesar de todo -ahora lo pienso-, creo no estábamos tan mal, pues a lo largo de lo que me ha tocado vivir, he visto gente que, si encontraba un retazo de tela con qué remendar los raídos y rotos vestidos, ya se podía considerar afortunado. Y no es una exageración, pero, mejor dejo los recuerdos.
Año viejo. Imagino el 2010 como un Tren de Doce Vagones. En cada uno de estos vagones veo gente por doquier, casi todos desconocidos, pero he allí, desde el vagón donde se lee "Marzo", desde el compartimiento número 30 me saluda Julio, mi padre. Agita las manos y sonríe, al parecer está contento de partir y, seguramente debe ser así, pues Julio había tenido una larga estadía en los calendarios, desde 1927.
Observo detenidamente en cada uno de los vagones, la gente que veo en ellos están impregnados de un aura de paz, los veo contentos y risueños, como quienes tienen la certeza de 'la inmunidad total', que no podrán ser tocados ni por el bien, ni por el mal.
Desde el vagón "Noviembre" alguien me hace señas. Me acerco y puedo constatar que se trata de mi gran amigo David. Su rostro sereno me hace adivinar la paz de su interior. Intenta decirme algo que no logro oir por el murmullo generalizado, pues el Tren 2010 partirá en breve hacia destinos remotos en un viaje sin retorno, y unirá sus vagones al inmensurable Tren de la Historia. Intento llegar hasta él, pero es imposible, hay demasiadas almas en la estación. Renuncio a mis deseos y me conformo con observar su mirada serena, algo que me hace estar cierto de que está libre de preocupaciones. Y eso me conforta.
Solo minutos y el Tren 2010 partirá. Por los altoparlantes de la estación se hace el anuncio para que 'se apuren' los impuntuales, el tren no los esperará...
Otra voz, siempre por los altoparlantes de la estación, comunica que "El Tren 2011" está llegando, que los pasajeros 'en espera' deben conservar la calma y el orden para abordarlo. Efectivamente, exactamente detrás del 2010, se puede apreciar el compartimiento Número 1 de "Enero 2011", engalanado, lleno de luces y guirnaldas.
Siempre, cada uno de estos trenes que pasan, se han llevado algo valioso de mi ser, pero dejo mis fantasías, debo enfrentar la realidad.
Mis mejores deseos a todos. Que sea un 2011 lleno de Bendiciones, Salud y Fortuna en todo orden de cosas.

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