Huellas profundas.

Caro David, hoy, primer viernes de este Diciembre 2010, me he enterado de tu partida. Y no quiero creerlo, me cuesta creer. Digo "No es posible", pero la verdad me golpea como un puño, contundente. Y lamento estar tan lejos. Pienso en la distancia que nos separaba hasta antes de tu deceso: un océano y dos continentes. Y pienso también en la distancia que nos separa en estos momentos, después de tu partida: un firmamento hecho de abismos celestiales insondables. Pero, encuentro conforto en la certeza que 'iré a tu encuentro', y es posible que al encontrarnos de nuevo, allá en el infinito, recordaremos juntos nuestras vivencias de adolescentes y nuestras andanzas juveniles, la GUE Leoncio Prado, nuestros desvelos de madrugada, de cuando la luz del día nos pillaba jugando una pichanguita en el parque Roosevelt luego de haber estudiado las lecciones. No olvidaremos los meses en la academia y nuestro ingreso a la Valdizán. Yo casi no lo logro, ¿recuerdas?.
Recordaremos Pasco, cuna de Sabina Alania; la Pampa de Junín y Tarma, tu tierra natal; Muruhuay y su fiesta de Mayo, San Ramón, La Merced, La Oroya, Huancayo, Huancavelica, !qué tiempos aquellos!
Nos veremos cantando en el coro de San Sebastián y de La Merced, recordaremos la Legión de María y a los curas Godoy y Canchucaja, y a las chicas y a los chicos. Realmente, tanto para recordar y todos, todos recuerdos gratos, bellos. Hablaremos de los inicios de nuestra amistad, de nuestras labores en los talleres de tu familia, de la sazón de Mamá Sabina que me estimaba como a uno más de sus hijos, del afecto que me prodigaban todos, tu familia entera: Paco, Gerardo..., no los menciono a todos. Es imposible -y lo será por siempre- olvidar tanto afecto recibido y lo poco o nada que he podido retribuir. Hoy que ya no estás quiero repetir que he servado desde siempre para ti y para los tuyos profundo respeto, admiración y afecto. Sé que a estas alturas estas palabras carecen de sentido, de importancia, de razón de ser, pero son palabras sinceras de un amigo dolido.
Recordaremos con nostalgia Radio Huánuco, a don Andrés Fernandez Garrido (popular Don Anchico), "Tangos en la noche", "Visión Juvenil", bajo los auspicios de Relojerías Bismarck. No olvidaremos nuestras correrías por Santa María del Valle, siguiendo los aromas primaverales del amor. Y es posible que volvamos a caminar por su plazuela -mentalmente- y a aventurarnos por sus huertos, y a balancearnos en las ramas de los pacayes y naranjos entre el murmullo de las hojas y la risa cómplice de las pretendidas. ¡Dios, cuántas vivencias!.
Industrioso e infatigable, te recuerdo buscando vetas en cada uno de los caminos que recorrías. Veías "Minas de Oro" por todas partes e intentabas 'hacer patria'con cada una de tus corazonadas financieras. Y, lo sé, en la búsqueda de 'El Dorado' -el tuyo personal, singular- has probado todas las rutas lícitas. La pujanza de los Tarumas que llevabas en tus genes hacían de ti un guerrero riguroso contigo mismo, severo, firme; cualidades que, sumados a tu probidad, te sirvieron para escalar posiciones en el duro ranking de la vida, de la profesionalidad y el trabajo, del honor, del respeto y del afecto. Sí, creo que habías logrado construir en tu entorno un edificio de amor, de entendimiento y de verdad. Ese 'edificio' fue tu protección contra los ataques arteros de tus detractores a quienes llamabas contrincantes, nada más. Tú los llamabas así.
¿Enemigos?, no. Tú no tenías enemigos, solo contrincantes a quienes 'enfrentabas' con las armas que te daban la verdad y la justicia.
Todo esto para mí es como un largo sueño, pesado, del que quisiera despertar y no logro hacerlo. Leo las noticias de Perú, de Huánuco y... ¡no es un sueño!, ¡allí están las noticias de tu muerte! y no entiendo el por qué ni cómo ha sucedido todo, así, tan repentinamente.
Tu espíritu de guerrero intrépido se ha ido. Has dejado tu cuerpo yerto, frío; han quedado tus obras, ha quedado aquello que forjaste con trabajo tenaz y constante. Ha quedado ¡tu ejemplo!. Sí, has dejado tu ejemplo, tu temple, tu coraje. Has dejado huellas, huellas muy profundas.
Huánuco te llora, la Plaza de Armas de la ciudad está de luto, pues no será más testigo de tu andar pausado, pero seguro. Aún el viento posmeridiano de la ciudad que amabas, se ha detenido, pues ha notado tu ausencia. Y los tres altos cerros que circundan el valle, a los que venerabas, hoy te veneran. Y lo harán por siempre. Tus contrincantes han quedado mudos y anodadados, 'no se esperaban un adiós así, repentino', pero igualmente te extrañan, pues saben de haber perdido a un opositor de valía, de peso, de ideas claras y contundentes, alguien que con su trabajo y con sus ideas, los obligaba -también a ellos- a mejorar cada día. No lo han dicho, posiblemente no lo harán, pero es obvio. Tu particular idea del significado de progreso me lleva a pensar de este modo, pues no entendías el progreso solo en su acepción económica. "Estoy siempre atareado en superar mis propios logros y no me he dado cuenta si en ese intento he superado a alguien". Me lo dijiste en alguna ocasión. La frase podría hacerte aparecer como una persona egoísta, pero saben todos, la ciudad entera y los que te hemos conocido de cerca, que el egoísmo no tenía cabida en tu persona.
Y es por eso que la ciudad te extraña y llora. Y es por eso que no te olvidaremos jamás, y tu nombre quedará grabado en la memoria institucional y personal de cada huanuqueño por los siglos de los siglos. Y otros seguirán las huellas profundas que tu paso ha plasmado en el suelo de aquel pedazo de Patria que adoptaste.
Descansa en paz David, descansa en paz querido amigo.
Con dolor profundo,
Néstor

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