Mis 58...

Son tiempos idos aquellos en los que "esperaba con ansias" que llegara el 8 de Octubre, Día de mi cumpleaños. No es que haya crecido con déficit de afectos, no. Al contrario, creo que, al menos eso, he tenido en demasía. Ciertamente, mucho más en aquellos 'días especiales': 8 de Octubre y Navidad, camionadas de afecto y demostraciones de ternura y amor, y no solo de mi madre. Por lo demás, aunque muy poco me ha interesado desde cuando tengo uso de razón (si lo habré tenido alguna vez), para aquellas fechas 'estrenaba siempre ropita y zapatos nuevos'. Posiblemente en esas razones radicaba mi ansiedad en esperar los 8/10 de mis años infantiles. La Navidad, lo he citado en segundo lugar, no porque de acuerdo al calendario llega desde siempre después de mis cumpleaños. Lo he hecho a propósito porque la Natividad es Fiesta general, para todos los niños. En cambio el 8 de Octubre era todo para mí. Yo era 'El Reyezuelo', el único, el ungido, todos los demás niños desaparecían, yo me convertía en el Centro de Atracción, todo giraba en torno a mí, me engreían hasta convertirme en un pequeño déspota.
Más adelante, aquel gran hombre Fernando Belaunde Terry, dos veces presidente del Perú, convirtió el 8 de Octubre en "feriado no laborable", en póstumo homenaje a la gesta naval de 1879, en Angamos, donde perdiera la vida el ícono de La Marina de Guerra del Perú, Miguel Grau Seminario. No solo él, por cierto, pero es él el personaje más visible. Desde aquel entonces, yo, muy horondo, sacaba pecho y decía que Belaunde lo había hecho por mí. Bromeaba tanto que hasta llegué a creerme para mí mismo de que fue así, hasta que derrocaron 'a mi benefactor'. Lo hizo Juan Velasco Alvarado, un 9 de Octubre de 1968 bautizando  tal fecha como el "Dia de la Dignidad Nacional". Desapareció mi feriado favorito, por muchos años. Lo restableció, siempre don Fernando, en su segundo gobierno, en 1980. Desde entonces sigue inamovible, y creo que quedará así por siempre. Por mí está bien.
He comentado en algún otro post que de niño, qué sé yo, seguramente a los 7 u 8 años, decía que quería vivir solo hasta los 30. Ni idea del por qué de aquellas babosadas, pero cuando llegué, precisamente a los 30, le agarré más cariño a la vida y hoy que estoy cumpliendo 58, un tantito magullado por los cocachos que de la vida misma recibí, ¿qué puedo decir?. Casi nada, solo reconocer que he sido un alumno muy poco aplicado y que los coscorrones que me dio la vida, me los tengo bien ganados. Para mí valen aquellas décimas de don Nicomedes que dicen: " A cocachos aprendí... mi labor de colegial... ". Más aún, soy partidario y defensor acérrimo de aquel otro dicho que reza: "La letra con sangre, entra". La vida ha sido una maestra muy exigente conmigo, pero aún con ello no me he esmerado en aprenderme las lecciones. Por eso tengo el temor de desaprobar en los exámenes. Es que allí no se puede plagiar, o sabes o no sabes. Si no sabes estás frito.
¿Qué puedo decir de mis 58? Poco. Porque es ya poco el tiempo que me queda por delante, cosa que no me preocupa en absoluto. Soy consciente de los ciclos de mamá Natura en todo orden. Por eso también, desde ya, voy 'preparando' a los míos para el momento de 'mi partida', para que no haya llantos desgarradores ni penas, más bien alegría y sosiego. Cuando estaré RIP (descansando en paz) no quiero ofrendas florales ni alabanzas, ni perdones. El tiempo para todas esas cosas es "hoy", mientras estoy vivito y coleando. Si tienen que 'hablar bien' de mí, háganlo ahora, inflen mi ego hoy, después será muy tarde y ya no tendrá ninguna importancia, para mí.
Pero también podría decir mucho de mis 58, pues es mucho el camino recorrido hasta este punto. Podría hablar de mis recuerdos: de aquellos bellos y de aquellos horrorosos y feítos, pero eso -creo-, mejor lo dejamos para otro post.

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