¿Perder soga y cabra?

Siguiendo los acontecimientos de estos últimos días, me pregunto ¿qué cosa es que lleva a hombres encumbrados -qué sé yo si lícitamente- a 'jugarse el todo por el todo' en haras de retener el poder o de pretender 'reconquistarla', si ya perdida. Lo digo por el lamentable final del 'líder líbico' Muammar Gheddafi*, encontrado en unas alcantarillas y masacrado salvajemente. ¿Qué hacía allí aquel hombre que en sus buenos tiempos gozaba de la atención y cuidados de 100 chicas vírgenes, a quienes se atribuía 'el derecho' de desflorarlas él, y solo él?, ¿dónde estaba su personal de seguridad y aquellos que aún 'confiaban' en él? Todo me hace pensar que en aquella alcantarilla estaba solo. La inteligencia -y no solo, sino también el instinto de supervivencia- nos hacen percatarnos de la inminencia de un peligro, y mucho más si ésta es de muerte. Al parecer, hombres como Gheddafi no están munidos de ese don vital que, en muchos casos y más como en estos, pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte. Lo que quiere decir que Gedafi no era ni mínimamente inteligente.
Su apego al, y su deseo de permanecer en el poder eran mucho más fuertes que todas las ofertas que le fueron remitidas por sus contrincantes. ¿Qué cosa quería si le estaban ofreciendo INMUNIDAD a cambio de dejar el poder pacíficamente? Con toda la fortuna que tenía, tranquilamente podía haberse retirado a 'gozar' de lo que le quedaba de vida, si así lo hubiese querido, rodeado de sus 100 vírgenes.
Lo que saco en limpio es que el PODER es para estos hombres lo que la droga para los adictos, no pueden vivir sin él, sin ella. Esa droga llamada poder les anula el sentido común. Un drogadicto, cuando le falta su 'dosis diaria' es capaz de cualquier cosa con tal de conseguirla, hasta de matar. La historia policial citadina está llena de estos casos. Esta explicación viene como anillo al dedo, pues es lo que sucede con tipos como este 'falso líder líbico', ciego por ansia de poder.
Lo peor de todo: contagió su ceguera a los miembros de su familia. No entiendo por qué tenían que morir dos o tres de sus hijos. Eran mayores de edad y, muy bien, haciendo uso de su 'buen sentido' podían haberse refugiado en una embajada extranjera. No sé con certeza cuántos hijos le sobreviven a Muammar Gheddafi, pero -los que sean, uno, dos o cincuenta-, son afortunados, pues son herederos universales de todos los bienes de aquel difunto 'caudillo' que por pretender permanecer a todo costo presidiendo los destinos de su país: Libia, perdió soga y cabra.
... Muammar Gheddafi no es el único ejemplo de esta raza de minusválidos, con el perdón de estos últimos.

*En la prensa latina leo Muamar Gadafi.
  En Europa los titulares mencionan Muammar Gheddafi. La diferencia no tiene ninguna importancia, pues el difunto es tal.

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