Dioses, profetas y religiones - Parte I

La mente de un neonato es como un hard disk nuevo, vacìo, libre. Listo, preparado para 'acoger' (contener) conocimientos, saber. El uso de la inteligencia y el discernimiento dependen del material que contiene la mente. No se puede 'lavar el cerebro' de un niño, pues lo tiene como una pizarra en blanco. Si en esa pizarra escribimos àrbol, agua, fruto (solo como ejemplo), la mente trabajarà solo en funciòn de esos conceptos. Si en cambio escribimos fuego, volcàn, infierno (siempre solo como ejemplo), la mente urdirà sus conceptos en base a esas palabras.
La 'memoria genètica', aquella impresa en los cromosomas, en el ADN, aprehendida, asimilada, tomada de papà y mamà pueden tener vigencia (pienso) solo cuando el individuo carece de influencia externa o lo tiene en grado mìnimo. Si un niño X y una niña Y europeos fuesen adoptados por una pareja de afganos musulmanes, tales niños aprehenderìan todos los ritos musulmanes y sus costumbres, y vivirìan como musulmanes afganos. O, haciendo un ejemplo real, los hijos adoptivos de Angelina Jolie y Brad Pitt, la niñita etìope y el varoncito vietnamita se adaptaràn al tenor de vida y a las creencias de sus papàs adoptivos y no se reconoceràn jamàs en los patrones de vida de sus paises de origen. Casi puedo asegurar que la memoria genètica de cada uno de estos niños quedarà sepultado quièn sabe en cual profundo y oscuro laberinto de sus ADeNes.
Todo lo anterior me hace estar cierto que los niños, si no tienen una orientaciòn expresa, imitan todo. Es, por ejemplo, mi caso. La idea de Dios y de Religiòn me viene, màs que de mis padres, de mi abuela y de las escuelas que frecuentè. Mi abuela, una señora muy devota, asistìa diariamente a misa por las mañanas y a las novenas vespertinas. Su apego a la religiosidad era tal que, cuando no estaba en misa o novena tenìa siempre con ella un rosario del que echaba mano por las noches antes de dormir o muy temprano al despertar. Otra faceta de su religiosidad constituìa su participaciòn en las obras de caridad parroquiales y, màs tarde, cuando postrada en cama debido a una paràlisis de la mitad izquierda de su cuerpo, no abdicò de su creencia y rezaba diariamente el rosario. Es decir, su religiosidad estaba hecha a prueba de adversidades.
Me bautizaron cuando bebè, no guardo recuerdos del hecho. En la escuela y colegio me inculcaron la Religiòn catòlica y soy consciente que mi abuela influyò en mi religiosidad, aunque sin llegar a los extremos de ella. Y eso porque mis padres no tenìan el tiempo para dedicarle a Dios, por el simple motivo que la religiosidad, de por sì, no da de comer. La Religiòn es rentable solo a partir de ciertos niveles de la esfera eclesial. Conviene decir que el sacerdocio -desde algùn tiempo a la actualidad- se ha convertido en una profesiòn muy lucrativa dejando de ser una opciòn puramente vocacional, como lo era antaño.
Jamàs he tenido vocaciòn sacerdotal. Durante mi infancia asistìa a misa y a las actividades parroquiales del barrio màs en busca de interacciòn con niños de mi edad y porque vivìa casi frente a una iglesia. No recuerdo haberme preocupado o preguntado entonces sobre la existencia de Dios. En la Secundaria recuerdo haber tenido muy buenas calificaciones en el curso de Religiòn. Màs aùn, en aquel tiempo, junto a mis amigos màs ìntimos, hacìamos parte del coro de la iglesia y acompañàbamos al cura de la parroquia cuando iba a celebrar misas en los pueblos vecinos. Es decir, hasta allì mi relaciòn con Dios andaba viento en popa. Recuerdo que al pasar por las iglesias, capillas o santuarios me persignaba una, dos y hasta tres veces. Lo hacìa para llamar la atenciòn del Divino sobre mi creencia en El. Pero ni en sueños recibì jamàs muestra alguna de que tal cosa sucediera.
No creo que alguien se interese por mis creencias o descreencias, pero si eso sucediera y aquel alguien preguntara: "¿Còmo asì y en què momento, y por cuales razones, un joven casi devoto llega a descreer de sus creencias o deja de creer en Dios?" No he sido bueno nunca para dar respuestas concisas y contundentes, pero la primera DUDA enorme que surgiò dentro de mì sobre la existencia del Hacedor fue en el primer año de universidad, durante el curso de Concepciòn Fìsica del Universo, cuando por 'primera vez' le puse verdadera atenciòn a la palabra Evoluciòn y Natura. Fue la primera vez que me atrevì a pensar con mi propio intelecto, por mì mismo, pero no bastarìa para descreer definitivamente. Cierto es que mis ausencias de la iglesia y de las misas se prolongaron, pero seguìa persignàndome hasta tres veces y no niego que le rezaba al Altìsimo, sobre todo cuando me ofuscaban los problemas, de cualquier ìndole: sentimentales, econòmicos, de salud.
La razòn de ello està radicado en las profundidades insondables de cada individuo de la raza humana; es decir, no es un problema solo mìo, es un asunto que compete a la Humanidad entera. Se trata de la SOLEDAD del hombre a quien no basta la sola compañìa de sus congèneres, debido a que cada uno constituye un Mundo Aparte, singular, ùnico, peculiar. No hay dos iguales, ni siquiera los gemelos 'idènticos' lo son. La misma cosa sucede con cada ser viviente (animal o planta) en Natura, pero ellos no estàn dotados de INTELECTO. Es el bendito intelecto lo que ha hecho que el hombre descubra su pequeñez, su Insignificancia ante la vastedad del universo y los Misterios de Natura, Y ese descubrimiento lo ha llevado a CREAR a DIOS, a su imagen y semejanza. Ojalà hubiese sido al revès, digo yo.
Tan a su imagen y semejanza hizo el Hombre a dios que a este ùltimo no le falta nada para ser como su Creador. Es màs, lo supera, pues es Omnipotente, omnipresente y Egoìsta. Basta leer el Primer Mandamiento del Decàlogo: "Yo soy tu Unico Dios, no tendràs otros dioses delante de Mì, porque Yo soy Fuerte, CELOSO..." Es decir, aborrece la competencia, tal y cual, como su creador que quiere todo solo para èl.
Resumiendo: El egoìsmo de dios supera el egoìsmo de su Creador, el hombre.




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