¿Feliz Navidad y Año Nuevo?

No creo en Dios, pero espero tanto de los Hombres y creo en cada uno de Ellos. Aùn en aquellos que no dan muestras de desarrollo, evoluciòn, mejora, sino de todo lo contrario. Creo en aquellos porque pienso que son parte de los engranajes que Natura Crea para hacernos dar cuenta que debemos mirar Adelante, al horizonte que se presenta ante nuestros ojos, al progreso en todos los àmbitos y no al tùnel oscuro que queda a nuestras espaldas, que dejamos atràs con gran trabajo, con gran fatiga.
No creo en Dios, pero creo en la Capacidad de los hombres para mejorar, creo en la Fraternidad y en el amoroso afecto que cada uno de ellos encierra dentro de sì. En muchos es posible verlo, casi palparlo. Otros lo mantienen escondido, no nos dejan ni siquiera intuir, pero sè que lo tienen. Hay otros tantos encerrados en su ambigüidad y desconcierto, que libran batallas internas muy duras para escoger entre el bien y el mal.
Lo que me hace ver el avecinarse de las Fiestas, no solo las festividades natalicias y del Año Nuevo, es cuanto estamos condicionados por la publicidad y el marketing. Pensamos solo en los regalos y a la Gran Cena que, pasada, nos dejarà solo desasosiego y mal de estòmago (indigestiòn), aparte de sueño debido a la trasnochada.
Las fiestas me hacen pensar tambièn en nuestro planeta Tierra, en cuànto somos ingratos con ella. Pienso en los inmensos cùmulos de basura que verè la mañana siguiente, los casetones llenos con los restos de las celebraciones, el enorme despilfarro de materiales innecesarios y las sobras de comidas y bebidas, aparte de plàsticos y un sinfìn de desperdicios. Pienso al smog que produciràn los artificiosos fuegos y la quema inùtil de muñecos de trapo la noche del 31 de diciembre.
No sè cuànto daño hemos causado y estamos causando aùn a -dizque- Nuestro Planeta y no sè si tal cosa serà reversible. Ojalà lo fuera, pero me preocupan hechos inusuales como un zancudito (sì, uno de esos animalitos voladores) que rondaban por mi oreja esta mañana muy temprano en la oficina.
Es un hecho inusual, pues esos bichitos en diciembre no se veìan ni en sueños, a fines de setiembre o, a màs tardar a mediados de octubre, se retiraban a sus campamentos de invierno (a invernar como los osos y marmotas) para regresar sedientos de sangre a mediados de primavera cuando los dìas se hacen cada vez màs calurosos.
Bueno pues, dejo las preocupaciones, Hoy debo trabajar como muchos en el planeta entero y no es bueno hacerlo mientras te martillan la mente negros pensamientos.
Con todo, creo que, en algùn modo, las Fiestas de Fin de Año despiertan en todos nosotros nuestras fibras afectivas màs profundas, aquellas que durante el resto del año duermen el sueño de los justos. Por ello y porque creo en los Hombres (Mujeres y Varones), hago llegar ¡a Todos mis Mejores Augurios en estas Fiestas!

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