Error muy grave.


Soy absolutamente consciente de que Madre Natura no me dotó de inteligencia. No sé si admitir eso me exima de culpa por todas las burradas (que me perdone el dócil jumento) que cometí, que cometo y que -lo digo con  certeza-, seguiré cometiendo hasta antes de exalar el último suspiro. Pensándolo bien, quizás hasta morirme será la última burrada que cometa. A propósito de morirme -aún si el comentario no viene al caso-, en un párrafo de mi autobiografía digo que "...nací para ser eterno. No inmortal, pero sí eterno". Decir eso -estoy convencido- no es una burrada, pues tengo argumentos para sustentar esa tesis.
No sé si en mi diario (que ya no es propiamente eso porque no escribo 'a diario') he hecho un elenco de todos mis defectos aduciendo conocerme muy bien. Efectivamente, me conozco. Un defectito que me encuentro a menudo es el de persignarme a mi paso por capillas e iglesias pese a no creer, desde bastante tiempo atrás, en la existencia de todo lo que es divino. Esto de persignarme es una cosa maquinal, inconsciente. Deben ser (son) los rezagos de casi una vida entera de 'creencia'. Bueno, el asunto es que me conozco. Otro de mis defectos, y esto sí debe estar en mis genes, es el excesivo amor que servo para los míos, especialmente para mis hijos. Me sucede con ellos lo que con las capillas e iglesias. Es decir, estoy convencido que mis métodos son nocivos para ellos, pero insisto en repetirlos en cadena o en círculo (¿vicioso?) que no tiene cuando acabar.
Alguna vez llegué a decir -y pensarlo seriamente- lo siguiente: "Si poseyera riquezas, daría todas las comodidades a mis hijos sin importarme si estudian o menos, si trabajan o menos. Tan solo por el hecho de ser mis hijos, atendería al más mínimo de sus caprichos".
Un discurso torpe desde todos los ángulos. ¿Cómo puede ser posible que un papá -dizque por amor- puede hacer un discurso de ese calibre? Es un discurso estúpido, pero ni modo, las evidencias de que soy tal, saltan a la vista, y no hay modo de camuflar o disfrazar (las evidencias, se entiende).
Peor aún viene a ser el caso de haber acompañado 'a la palabra con hechos'. Es decir -y en eso sí he sido absolutamente coherente como en ninguna otra cosa en mi vida-, no solo han sido palabras sino que he dado a mis hijos muestras fehacientes 'de que tienen un papá que los ama con un amor inconmensurable, sin fronteras'.
¿Y ellos? Ellos, bien gracias. ¿Qué cosa más puede querer un polluelo si mamá gallina y papá gallo les siguen poniendo el alimento en el pico? ¿O escarbando y escarbando en el huerto para que puedan 'pescar' las lombrices que quedan al descubierto, y llenarse las barrigas sin esfuerzo alguno, o muy poco?.
Y no es que estos pensamientos analíticos de mi proceder y del proceder de los míos (no solo el de mis hijos) son de ahora o de hace muy poco, no. Vienen de lejos en el tiempo, y eso, actualmente, es lo que me hace preocupar más aún, porque demuestra 'mi incapacidad' para tomar decisiones serias sobre cosas que tengo absolutamente claras en la mente y en el pensamiento.
Tampoco crean que quiero pasar por un absoluto inconsciente. Desde cuando me he percatado 'que mis actos eran nocivos', he intentado mejorar. He hablado con uno, con el otro; he hecho saber de mi 'repentina lucidez' e intentado 'marcar pautas', establecer reglas, poner un poco de orden. Como en todo, no es que las cosas salen bien 'de un solo cocacho'. Reconozco que 'yo mismo soy un problema' ¡y qué problema!.
Por ello, sacando fuerzas de mis flaquezas, en estos últimos tiempos 'estoy trabajando en la dirección' que pienso es la correcta e intento involucrarlos en lo que quiero conseguir.
Pienso que ya me queda poco tiempo -no sé por qué lo digo- y, por el amor que tengo almacenado en todo mi ser para los que considero mis 'emisarios para el futuro', no quisiera que la vida los coja desprevenidos y ' los haga sufrir', pues es dura la vida. Ella no les dará tregua ni tendrá contemplanciones.
Por eso, gallinas y gallos debemos preparar a nuestros polluelos para enfrentar la realidad que les tocará vivir. Debemos darles armas 'para la lucha': educación, laboriosidad y disciplina; también amor, por supuesto, pero sin caer en exageraciones. La consigna debe ser ¡acción! y no pasividad.
Alguien me dijo, ¿sabes que el amor, tantas veces, puede hacer mucho daño? Yo soy uno de los convencidos de que es así.
Tenemos la posibilidad de erigir nuestro monumento o cavar nuestra tumba, hagamos lo primero. 

Commenti

Post popolari in questo blog

Carta para mi hijo que pronto será papá.

La curva del diablo

El amor en tiempos del coronavirus