Una mamá estupenda.


Les tengo una historia que no es mía. La escribo aquí porque me parece interesante cómo ciertos padres (una mamá en este caso) logran vencer todos los obstáculos que les presenta la vida y conducen con amor, paciencia, mucha disciplina e inteligencia, a los hijos, hacia un futuro prometedor.
Este relato que es casi un chisme, está tomado de la vida real. Casi chisme porque no he tenido acceso a la fuente original, pues la que me proporcionó los datos es hermana de aquella... mamá estupenda.
La escena: Los alrededores de la ciudad de Nápoles de los años cincuenta. Personajes: Una mamá, el esposo y cuatro hijos (tres varones y una niña).
El sur de Italia, aún en nuestros tiempos, es visto como la zona de sombra de este pais que se halla entre las 10 naciones más ricas del planeta. Los del norte, considerados desde siempre los ricos, miran con desprecio al sur, como la cuna de los males de la república: Pobreza, mafia y degradación debido al poco apego de su gente por la disciplina, el trabajo y el sacrificio. No digo que exista certeza en la visión de los nordistas. Si uno quiere encontrar defectos, ni aún Dios se libraría de tenerlos. Lo que sí es cierto, el sur de la península está más olvidada que el resto de la nación. Existen intereses políticos y económicos para mantener este status. La n'drangeta, la camorra y la mafia siciliana se las ingenian para lograr aquello, pero esos son temas de carácter político que prefiero obviar.
Los tiempos de la post guerra han sido muy difíciles en toda Europa. Dicen los italianos: "Qui è stato peggio ancora" = Aquí ha sido peor aún.
Creo que la bonanza en una nación se puede medir por el porcentaje de ocupación de su gente. La bonanza no había llegado aún, lo haría muchos años después.
De aquí emigraron muchos, pero es loable la labor de aquellos que optaron por quedarse e 'hicieron patria' en la tierra que los vió nacer; es el caso de esta valerosa mujer del sur.
Casada con "un bueno para nada" (así me llega la 'información'), que lo único que había hecho era "solamente hacerme parir hijos". Luego agrega (siempre en la voz de mi informante) un tanto irónica: "Debo decir también que eran épocas difíciles, no había trabajo ni siquiera para aquellos que verdaderamente querían trabajar...".
Con un panorama así, ella se las tenía que ingeniar para que no naufrague el barco. Organizó milimétricamente todo: A los hijos los puso a estudiar por las tardes, por las mañanas tenían que 'ganarse el pan que se llevaban a la boca'. A uno de ellos consiguió colocarlo como ayudante en una carnicería ' por nada' o por casi nada. A cambio de la ayudantía recibía una paga en carne que servía para variar la dieta semanal, inicialmente. Al otro hijo logró colocarlo ' a ruego' en un pequeño almacén de verduras y frutas, igualmente su paga venía en productos que servían para la alimentación de la familia.
Mamá muy inteligente, los excedentes de frutas y verduras los vendía entre la vecindad. En la puerta de su casa -en aquellos tiempos era permitido- puso una mesa con los productos que le proveían los hijos y se las ingenió para surtir con gaseosas, galletas y golosinas que ofrecía al vecindario y a los pasantes.
Al tercero de los hijos logró colocarlo en un taller de mecánica, por solo propinas, las mismas que servían para comprar lo que faltaba para el sustento de la familia: Azúcar, sal, fideos, harinas, etc. que posteriormente también ofrecía al vecindario. Es decir, sin querer queriendo -o, más bien, quizás queriéndolo en absoluto- convirtió su casa en una bodeguita.
Sus palabras: "Mi tierra -se refería a la península itálica toda- ha sido cuna de grandes hombres, pero no veía en mis hijos grandes capacidades, solo optimismo que yo les contagiaba y... vitalidad, mucha vitalidad; cosas que para mí eran virtudes suficientes". 
"En la sociedad no son necesarios solamente médicos, economistas o científicos, lo son también carpinteros, mecánicos y electricistas, y tanta variedad de oficios para los que basta solo saber leer y escribir" era otro de sus discursos. Madre muy atenta, indagaba en la escuela con cada uno de los profesores sobre el desempeño escolástico de sus engreídos, y sacaba conclusiones. Es posible que ello la ayudaría a deducir dónde colocar a cada uno. Los chicos por su parte no eran flojos, pues le ponían ganas al 'trabajo' y a los deberes escolares; posiblemente porque intuían que era el modo mejor 'de ayudar' al progreso de la familia, pero más porque mamá estaba detrás de ellos como 'sus sombras'. 
"Una madre ve las capacidades de sus hijos..., hubiera sido inútil exigirles que hagan una carrera universitaria, pues -de lograrlo- habrían sido profesionales mediocres, incompetentes...; en cambio, eran muy buenos en sus oficios".
Al cabo de unos años, cada uno de ellos ya llevaba a casa un pequeño salario, aparte de continuar proveyendo carne, verdura y frutas para la mesa familiar. Una anécdota: Sucedió cuando uno de los chicos se escapó al río a darse un baño.
-¡Mamá, la carne se me cayó al río y se lo han comido los peces...!
-¡Muy bien, pues esta semana no se comerá carne en esta casa!
Aquella semana no hubo carne en el menú familiar. Es que la disciplina era de vital importancia en la teoría y en la práctica de aquella estupenda madre. "A los hijos hay que hacerles sentir el peso de las responsabilidades, es para el bien de ellos mismos", lo decía.
No sé si desde siempre habría tenido en mente aquel programa para sus hijos y, naturalmente, también para ella y su familia. El caso es que, llegados los hijos a determinada edad, dió a cada uno un jugoso capital para que pudiera emprender por sí mismo un negocio. Y, así, cada cual se hizo de uno propio. Cada quien en el oficio aprendido: taller de mecánica, carnicería y minimercado que, luego, con el boom económico de los años posteriores, dió a todos y cada uno jugosas ganancias.
Los hijos adoran a la mamá. Cada uno elogia a su manera las virtudes de la mujer que los trajo al mundo.
"La mamma merita un monumento", dicen. Y lo dicen con emoción y agradecimiento. Dicen también que 'intentan' criar a su respectiva prole con los criterios con que mamá los crió.
Otra anécdota: En cierta oportunidad uno de los hijos, habiendo discutido ásperamente con su esposa, corrió a la casa materna pretendiendo quedarse en ella por tiempo indefinido, pero miren lo que sucedió:
-Má, me he peleado con la Julia*, por eso he venido a quedarme acá...
-¿Qué cosa?¿Te vas a quedar en mi casa y luego de unos días vas a pretender que te lave la camisa, que te planche el pantalón y te cocine? No. Tu nombre ya no figura en la lista de comensales de esta casa, fíjate (mostrándole un papel borroneado), ha sido borrado. Puedes quedarte solo tres días, terminados los cuales si no has logrado amistarte con Julia, te debes buscar un hotel u otra casa donde vivir..., tengo mis propios problemas y no puedo ocuparme de resolver los tuyos...
Una madre verdaderamente genial, ¿no creen?.
*Nombre al azar, podría ser otro cualquiera.

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