Homenaje a una mamá que partió

No encuentro palabras para comenzar este post. Nunca he sido bueno para las despedidas fúnebres, pero se trata de una persona a quien he estimado muchísimo. Una señora que me abrió las puertas de su casa en todo momento por el solo hecho de haber intimado con uno de sus hijos, inicialmente, y después con toda su linda familia. Hasta hoy me unen lazos muy estrechos de amistad con todos y cada uno de ellos. La distancia no es óbice para seguir manteniendo encendida la 'candelita' (así lo diría mi pata) de nuestra amistad y de nuestros afectos mutuos.
La señora Sabina Alania trae a mi memoria gratísimos recuerdos. La recuerdo en muchas navidades, cumpleaños y fiestas importantes, reunidos en casa de la familia, departiendo y compartiendo las exquisiteces que sus menudas, pero infatigables manos, preparaban para las ocasiones. Las mamás trabajan siempre en exceso, eso lo sé, pero mamá Sabina superaba con creces a todas. Quizás exagero, pero mi memoria no la ha retratado descansando, en ningún momento. Siempre tenía un quehacer.
Bueno, en Junio que estuve en Perú, me enteré tardíamente que esta linda mamá... partió. Lo hizo hace 1 año que se cumplen mañana. Lo supe de boca de su hijo, de mi amigo, mientras compartíamos un frugal almuerzo en un restaurante, en Lima. No sé los motivos de su silencio, pero no lo puedo juzgar. La verdad es que, desde hacía bastante tiempo, prácticamente desde cuando dejé mi ciudad natal, nuestra amistad se limitó a esporádicos encuentros de solo minutos en las ocasiones de mis retornos. Mi matrimonio y mi trabajo, y el trabajo de él no permitían mantener una comunicación fluída y estrechos nuestros vínculos; ni con mi amigo ni con su entorno familiar. Me limitaba solo a preguntar por cada uno de ellos, y tantas veces no obtenía respuesta... y yo no insistía. Decía para mí mismo: 'Soy su amigo, no su inquisidor'. Afortunadamente ya está superado todo eso.
Extrañamente, ahora que me encuentro al otro lado del Gran Charco me siento más cerca de él y de su entorno. Internet hace posible todo esto.
Y hoy, precisamente, he querido escribir estos pequeños 'versos' como un Homenaje póstumo a esta mamá valerosa que, sorteando todos los obstáculos que le puso su destino, supo llevar a cabo sus anhelos para bienestar de sus hijos, nietos y parientes por venir.
Con todo mi afecto para Sabina Alania de Orosco, QEPD y QDDG.

"Para una mamá que partió hacia el cielo"

¡Sabina, madre, te esperan otras tierras!...
Te gritaba tu destino.

Y tú buscabas respuestas en tu Pasco natal y Tarma de tus vivencias.
¡No, aquí no!, te repitieron los cerros floridos.
Y te fuiste de tus querencias, y dejaste tus raices.
Y tus pies, pequeños y frágiles, pisaron otros suelos.


Los tres centinelas del valle: Rondos, Mara y Paucar

te dieron la bienvenida. Adivinaban tu fuerza.
El Huallaga y el Higueras celebraban tu llegada

jugueteando alegres con sus orillas.
'Será por breve tiempo', dijiste, pero...
te encariñaste con este valle y con su gente.

No viniste sola, viniste con los tuyos,

con los frutos maduros de tus entrañas.
Y trajiste contigo tu fuerza, tu tesón,

tu fe indoblegable y tu sabiduría.
Y los que compartimos tus pocos momentos,

supimos de tus virtudes.

Ha sido tu mayor virtud: El trabajo.

Y lo hacías callada, como quien no quería

ni siquiera perturbar al silencio.
Era tu modo de hacer apostolado: Trabajar.

Y tus hijos aprendieron de tí,
y muchos otros aprendimos de tí.


Los hados y la muerte quisieron doblegarte.
Se llevaron a Tita, joven aún, casi niña.
Luego a Chule, a Gerardo y a Paco; hombres de bien.
¡Y a María!, pero... ¿por qué a ella?

Los hados callaron, tu destino no respondió.

Pero no te doblegaron.

Y después... ¡tú también te fuiste!

Callada como siempre, en silencio.
¿Fuiste quizás detrás de los tuyos?

¿Acaso obedeciendo a tu destino?
Los de arriba te acogieron jubilosos.

Acá abajo... extrañamos tu presencia.


No supe de tu partida, nadie me lo dijo.
Habría querido llorarte y cantarte alabanzas.

Y llevarte flores. Y hablar de tus virtudes

al viento posmeridiano de este valle,
para que lo difunda, y que todos supiesen
de tu bondad, de tu valor, de tu generoso corazón.

Tú mereces más que este pequeño homenaje.

Mereces que tu gesta sea cantada

en las estrofas más bellas del Cantar de los Cantares.

No mereces el canto mal logrado

de alguien que te quiso bien, no.
Mereces la venia de Los Tres Jircas.
Mereces el llanto del Huallaga y el Higueras.

La huella de tus pasos se ven aún en la ciudad,

los árboles que plantaste están ya dando frutos,
y se ven por doquier las semillas

que germinarán en la nueva estación.

La estación que soñaste al arribar a este valle,
dentro de no mucho será realidad.

Hoy que, siguiendo tus senderos y tu ejemplo

también me he marchado hacia otras tierras,
te recuerdo con gratitud. ¡Oh Sabina linda!,
yo que he saboreado la sazón de tus comidas
y usufruido de tu generosidad,

yo... no te puedo olvidar. R.I.P.












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